La historia clínica

El paciente accede al espacio de la consulta, se sienta y, después de saludar al terapeuta, le aclaramos qué tipo de relación se está estableciendo y cómo se diferencia de cualquier otra (novia, esposa, hija, etc.). Se le dice que nada de lo que hable se compartirá más adelante y se le explica cómo se va a trabajar a continuación (dependiendo del enfoque terapéutico).

El paciente ya está delante de nosotros, ¿qué hacemos? ¿Permitimos que el paciente hable y se exprese o procedemos a completar un historial clínico?

Yo jamás hago un historial clínico como los que andan por ahí. Me parece una falta del respeto grave, porque no se considera el estado en el que la persona llega a su primera consulta, probablemente muy abatida por lo que le aqueja. Así que nunca comienzo por ahí, sino que voy llenando una especie de historia clínica con lo que a mí me parece relevante y a partir de lo que va contando el paciente, sin que apenas lo note.

Sí, la historia clínica es importante y podría arrojar luz sobre la situación actual del paciente, pero hacerla como un cuestionario frío en la primera cita, es un acto inhumano. Por eso prefiero hacerla poco a poco, en más de una cita. Si no se tiene prisa, si no se empuja al paciente para que lo de todo desde el primer instante, los resultados terapéuticos pudieran ser mejores a la larga, porque en esto de hacer psicoterapia, la calidad de relación que se establece con el paciente es determinante, y dispararle preguntas para llenar veinte hojas, no me parece que ayude mucho.

Ustedes hagan sus comentarios.

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