
Hace un tiempo dijimos, a través de este blog, que la psicoterapia es una conversación para el cambio. En eso estamos casi todos de acuerdo.
Imaginemos, ahora, que un paciente cualquiera, gracias a esa conversación terapéutica comience a mejorar, a dar pequeños pasos encaminados a su transformación. Que el paciente cambie no será difícil en muchos casos, para mí lo que constituye un verdadero reto es lograr que el cambio se convierta en «hábito», de modo que perdure en el tiempo.
¿Qué resulta extraño o interesante de lo dicho? Que hoy día, mientras los psicólogos estamos aprendiendo a distinguir un trastorno de otro, personas que hacen un curso de tres meses de algo a lo que llaman Life Couching, o simplemente Couching, aprenden con rapidez cómo se crean los hábitos, de un modo tal, que el cambio de las personas que atienden se hace permanente. Si en el universo de las profesiones relacionadas a la conducta debiera alguien saber de hábitos es el psicólogo clínico, porque ahí es donde el psicólogo demuestra que sus conocimientos funcionan, se convierten en realidad y mejoran las vidas de los pacientes.
Por ende, estudiemos todo lo que nos sea posible acerca de los hábitos, de cómo se crean, de cómo se mantienen, de cómo se eliminan, y no nos vamos a arrepentir. Sirva este mensaje para animarnos a estudiar —me refiero a los psicólogos—, no a criticar o quitarle el mérito a los que hacen Couching. Aquí hay espacio para todos.