Abusadas

Hoy. Justo hoy. El sastre está del otro lado de la calle, sentado en la calzada bebiéndose una cerveza grande directamente de la botella. Está envuelta en una funda de papel, la botella; y él, no sé, en una tristeza absurda, como todas. Lo espero debajo de la mata de mango mientras mi hija de tres años juega detrás de mí con unas piedras, colocándolas en fila, como si la naturaleza, a sus ojos, estuviera desordenada. Cuando cruza la calle noto que tiene la cara hinchada, tal vez por haber bebido mucho. También está locuaz, no como lo encontré en la mañana cuando le llevé el vestido de Yolanda para que lo que arreglara. Ve la niña y aprovecha la ocasión para hablar de las suyas. Dos, me dice que tiene, de catorce y veinticuatro. También me dice que las suyas no son como las del barrio que se ve detrás, oculto por los negocios que afean la calle. Me comenta, con orgullo, que ha ido más de una vez con su hija mayor a prostíbulos y a esas cuevas oscuras en donde las mujeres bailan desnudas para el deleite de unos borrachos sudorosos. Míralas bien, le ha dicho, si no estudias y te haces profesional, terminarás siendo un “cuero” como esas, acostándote con esos “asquerosos” que tú ves ahí. Su hija mayor está terminando la carrera de educación -por sus poderosos consejos, quizás-, pero allá, en ese barrio en el que vive y que odia, las de once años son viejas y no niñas; las de quince tienen dos hijos más tres abortos y andan por los colmados pidiendo comida por sexo, y ron por lo que sea. Si veinte años no son nada, ¿qué vienen siendo once? O, ¿qué son cuarenta o cincuenta años si se los encapsula en once? Por nuestros barrios deambulan mujeres de cincuenta años encapsuladas en cuerpos de niñas, con ojos de niñas, con dedos de niñas, con pies de niñas… ABUSADAS.

 

Puesta en circulación

Ya disponemos de fecha y lugar para la puesta en circulación de “Se hizo la noche y la luz era yo”. Hablamos del 2 de mayo a las 7:00pm en el salón de eventos de la Sociedad Cultural Renovación.

En esta actividad se pretende intercambiar nuestro libro por una ayuda a la Casa Nazaret. Esta institución, asentada en Puerto Plata, se dedica al cuidado de niños con minusvalías y, al momento presente, cuenta con muy poca ayuda para mantenerse a flote.

Contamos con su presencia.