Los niños siguen jugando en el patio mientras los adultos están en la cocina o en la sala, conversando. De pronto, el juego se detiene. Uno ha dicho que no va a seguir jugando hasta que Eduardo no vuelva. Otro lo apoya y dice que se sienten a esperarlo, que el primito volverá porque va a salir otra vez de la barriga de su mamá. Se acomodan en la terraza, con los pies colgando, viendo el mar en el fondo. Esperan un rato en silencio pero no ven a nadie salir de adentro anunciando ni embarazo ni parto. Solo escuchan un grito que se apaga rápido, como ahogado en un abrazo. Otro de los niños, entonces, se levanta como un pequeño profeta y dice que Eduardo no tiene que volver porque nunca se ha ido. El resto de los niños se levanta y, alegres nueva vez, continúan inventando juegos con el primo que está con ellos, aunque no lo puedan ver. Solo los adultos, ciegos, ignorantes, siguen llorando al niño en el interior de la casa, dándolo por muerto.
Qué lindos mis niños, los amo
Tan bellos mis chiquitos, tan pequeños y con tanta madurez! Los amo!
Bellas Palabras..
Hermoso!
Hermoso!!! Los niños son dignos de ejemplo, nos dan siempre una gran lección!
Hermoso !
Siempre estará como nuestros