Nos topamos con él por todos lados, porque todo lo anduvo. En seis años recorrió cada cuarto, cada esquina. Nada ha impedido que lo veamos en la mesa del comedor, en los platos, en el jardín, en la casa de la vecina, en el camino que nos lleva a los panales de abejas. Está en el baño, en el cepillo que limpió sus dientes por última vez, en un zapato al que no se le encuentra su par. Si nos preguntan cuántos nietos hay en la familia, decimos que son nueve. Porque Eduardo está vivo, demasiado. Montado en su caballo grita “Diamante” y sale cabalgando como un rayo.
Así es! Eso nunca va a cambiar
Hermoso Angelito!!!
Mi mas sentido pesame. Hermoso niño
K dios lo tenga en su gloria aunke no lo conosi pero segun e hoydo y hoia ablar de el es un buen niño no lo conoci pero mi esposo es primo de su papa espero k dios le de mucha fortaleza a sus.padre se lo
Doloroso k es perder un hijo pork la mia no la perdi pero la tuve con graves kmaduras a sus 4 añitos ahora tiene 5 k dios le de toda la fortaleza del mundo
Y siempre será nueve!… El amor no se pierde y en la ausencia también se ama. Mis pensamientos y oraciones con ustedes.
Gracias, Ana